Os voy a contar cómo trabajé con Bea, una novia que confió en mí para su gran día. La conocí a través de una amiga con la que ya había trabajado en otras ocasiones.
Ella quería casarse con un vestido flamenco y tenía muy claro que este debería tener línea sirena. Me enseñó fotos de vestidos que se había probado y la gustaban, pero siempre había algo en ellos que no la convencía, por eso quería hacérselo a medida, para poder crear su propio vestido.
Por su anatomía la recomendé que cambiara un poco de idea, que mantuviera la línea sirena pero que se pensara el corte flamenco, ya que no la iba a favorecer como ella creía.
Hicimos 3 tuales diferentes para que viera 3 modelos que yo le recomendaba por su silueta y al final eligió una mezcla de ellos, falda de uno y escote de otro.
Fuimos juntas a comprar los tejidos y ahí quizás fue donde empezamos a crear un vínculo más cercano. Elegimos juntas la tela del vestido, el velo y de los vestidos de las niñas de arras, ya que al ser sus sobrinas quería que fueran con la tela de su vestido.
Cuando venía a las pruebas y veía que poco a poco el modelo iba tomando forma era increíble ver su cara de felicidad.
El vestido nos llevó muchísimo trabajo, ya que prácticamente estaba hecho a mano, porque hubo que poner sobre un tul liso todos los apliques de pedrería del tejido que eligió.
Pero todo el trabajo mereció la pena. Cuando en la última prueba de vio frente al espejo, con el vestido terminado y sus niñas al lado, fue una sensación increíble, tanto para ella como para mi, porque teníamos una conexión tan buena que las dos habíamos logrado nuestro objetivo.
La mañana de la boda fuí a su casa para entregarle el vestido, ya que no quiso llevárselo antes para que no se estropeara.
Os puedo asegurar que desde aquel día no solo conseguí una clienta con la que sigo trabajando, sino una amiga que confía en mí para cualquier ocasión.