Hace unos años era impensable arreglarse la ropa ya que cuando no nos valía o no nos gustaba nos comprábamos directamente otra prenda.
Con la crisis, empezamos a darle valor a lo que teníamos y nos gustaba arreglarlo o customizarlo para que pareciera una prenda totalmente nueva. Era un modo de estrenar sin tener que gastar demasiado dinero.
A mi nunca me gusto hacer arreglos ya que siempre pensaba que era un trabajo muy laborioso y poco agradecido, pero ahora que me he sumergido de lleno en este mundo me he dado cuenta de que estaba equivocada.
Cuando desmontas una prenda para hacer cualquier tipo de arreglo, nunca sabes lo que te vas a encontrar¡¡¡ Puede que la tela esté pasada, que no haya costura suficiente o incluso que al descoser se rompa el tejido, mil cosas que hacen que cuando trabajas un arreglo lo hagas con un cierto miedo.
Modificar la ropa es una de las cosas que ahora me gusta más, ya que puedes dar rienda suelta a tu imaginación para crear un modelo totalmente diferente y de tendencia a partir de una prenda que puede tener un montón de años.
Lo bueno que tiene este trabajo es que cuando el cliente viene a ver como ha quedado su prenda se sorprende muchísimo al verla, ya que verdaderamente les parece otra, aunque solo haya sido coger un bajo!!. Cuando se ponen la prenda arreglada se sienten como si se la hubieran hecho a medida.
Os recomiendo totalmente que antes de tirar una prenda o dejarla en el armario cogiendo polvo, la echéis un vistazo y deis una pensada a cómo podríais cambiarla. Quizás poniendo unos madroños, cinta de colores o cortando las mangas consigáis ese modelo que tanto se lleva esta temporada.
¡¡¡¡Viva el reciclaje!!!!